Un Museo de la Memoria,

en cada comunidad: el proyecto

Y si... en cada comunidad del Volcán Parícutin

se contara con al menos un espacio,

donde un niño, un adolescente, un adulto olvidadizo

pudiera encontrar con sus propios objetos,

con sus propias palabras

la memoria de lo que en esa región de volcanes

alguna vez ocurrió...

Dime y lo olvido; enséñame y lo recuerdo; involúcrame y lo aprendo. (Benjamín Franklin).

75 años del Parícutin: proyectos para recuperar la memoria

Los hechos y consecuencias de la erupción del Parícutin, al menos en sus líneas generales, son relativamente conocidos. Para profundizar el conocimiento, afortunadamente existen importantes documentos históricos, antropológicos, geológicos y se cuenta con valiosos testimonios que han sido escritos por al menos dos generaciones de la región de Parícutin. Sin duda, la diferencia esencial al tipo de lectura, conocimiento e involucramiento que realice cualquier persona, se refiere al número de documentos consultados. En todo caso, la interpretación de la información y de esos datos podría ser siempre diferente y la pregunta fundamental es: ¿Cómo será recordada algún día la erupción del Volcán Parícutin? Podría ser por el nacimiento del volcán o por el impacto social ¿Se le llamará el evento volcánico de valor universal o se referirá a la diáspora de los purépecha de la Región del Volcán Parícutin?

Los esfuerzos por escribir, por conmemorar tal evento, no se refieren solo a entrar en el dilema sentimental entre olvidar y recordar. El olvido para las generaciones jóvenes, tiende a ser ineludible, muchas veces no es una opción; en cuanto, en una sociedad dinámica siempre aparecerán nuevos elementos que llevarán de manera inexorable a vivir una nueva etapa en cada una de sus comunidades. El recuerdo por su parte, muchas veces depende de cómo sea propuesto por quienes lo vivieron antes o por aquellos que lo quieran transmitir; en cuanto, poco a poco se puede ir desvaneciendo y perdiendo su significado histórico. Sobre todo si las actividades se realizan bajo forma de una efeméride “fija”, con tono nostálgico y rancio, por simple costumbre, o incluso si se tiende solo a fomentar un acto de fé, sin un re-conocimiento de un pasado. Como fomentar un mito, lo cual podría impedir re-leerlo, comprenderlo y obtener lecciones de otros tiempos y de otros lugares.

La alternativa al recuerdo será siempre la memoria. En el entendido que no se trata solo de declinar un verbo, bien sí se trata de proyectar todo un concepto con estrategias claras. El desafío consiste en crear una memoria a partir de espacios y de la creación de nuevos elementos para que el pasado siga siendo fértil y crítico. Las estrategias y actividades buscarían que los objetos y las nuevas generaciones más que adquirir un recuerdo fijo, puedan promover una abstracción individual y/o en colectivo; provocar un nuevo pensamiento que recurra siempre a nuevas cuestiones, que se integren en un debate referente a lo que ha ocurrido y podría ocurrir. "La memoria lo protege del odio", dice Elie Wiesel.

En relación con los espacios se podrían implementar salas de exposición permanente o museos locales, gestionados, construidos y administrados por la propia comunidad. Un trabajo que puede ser siempre acompañado con respeto por profesionales y académicos que favorezcan el cumplimiento de los objetivos de un espacio de memoria.

Naturalmente, el diseño, contenido y estilo museográfico representa todo un proyecto y se encuentra fuera del alcance de este documento. Sin embargo, las experiencias vividas en la región del Volcán Parícutin, sugieren que cada comunidad ha tomado o dejado de alguna manera, iniciativas que busquen la memoria. Sin duda son decisiones que no solo van respetadas, van comprendidas más que cuestionadas. Sin embargo, recientemente se han realizado eventos y proyectos para “ir” por la memoria de los pueblos del volcán. Uno de ellos ha sido el proyecto “Caja-Objeto Retorno al Parícutin”. En este proyecto, se entregaron pequeños cofres con toda la información digital y material representativa por temas: geología, historia, arte, biología, imágenes (fotos), videos y mapas. A la par se presenta un cuaderno, en donde refiriéndose a la memoria, en el artículo de Castilleja (2016), menciona:

“son numerosos los registros que se han hecho de testimonios de quienes vivieron en los pueblos desplazados por el Volcán y de sus vecinos que dan cuenta de tiempos de incertidumbre, temor, tristeza. Algunos de ellos captando lo que acontecía en tiempo real, otros más como recuentos y entrevistas hechos tiempo después de la erupción. Unos y otros hablan de tiempos de cambio, de resistencia casas y pueblos que, a la postre, fueron destruidos por la lava. Relatos que describen cuando dejaron atrás sus templos, sus pueblos, sus tierras para asentarse en otros lugares, próximos o distantes, llevándose a cuestas sus objetos de uso cotidiano y otros que formaban parte de su legado familiar”.

De hecho, los testimonios de los forasteros (Martínez-Villa, 2016), nos muestran la dicotomía significante del Parícutin, donde mientras desde fuera se admira el fenómeno natural, en las comunidades se contrasta con las expresiones de amargura, como la de la Sra. Erinda Rangel, oriunda de Parícutin quien con rabia decía: “…qué tanto le vienen a ver al volcán si tanto daño nos ha hecho?”. O bien como otros testimonios que con claridad mencionan: “Da tristeza que ya no se pueda hablar con las nuevas generaciones en purépecha. Ellos ya hablan de otra cosa… ya se iba perdiendo desde allá” y remata diciendo: “se perdieron muchas costumbres, maneras de comer y de vestir…”

En suma, resulta fundamental la realización de otros proyectos para “ir” por la memoria en cada comunidad. Proyectos que fortalezcan elementos y espacios accesibles en las mismas poblaciones. Proyectos físicos permanentes como un museo de sitio, asociados con actividades que mantengan fresco un conocimiento. Todo ello se une a los eventos tradicionales anuales que fomentan un simple recuerdo conmemorativo. Dicho sea de paso, las actividades, espacios y museo de sitio fomentarían con certeza un turismo consciente e informado y por lo tanto podría también generar oportunidades para proponer al mundo una valoración cultural de la historia de las comunidades de la región del Volcán Parícutin.

Es claro que una nueva propuesta de actividades por la memoria, pueden ir a contra corriente con lo que hasta ahora se ha hecho y con la tendencia de desarrollo económico y social de las comunidades. Como hemos visto por los datos e indicadores socio-económicos, las comunidades han ido cambiando y, a pesar de la trascendencia de un inicio de gran impacto social, ahora pareciera que los cambios de educación y estilo de vida se hubieran adaptado más con una dinámica económica y de educación regionales que gira alrededor de las políticas gubernamentales y comunales. Sin embargo, la esperanza es que después de un nuevo proceso de consciencia y de re-lectura de aquellos momentos dramáticos, en donde para los Tatas y Nanas prevaleció un semblante de tristeza y de nostalgia, ese recuerdo podría cambiar si se enterarán que las nuevas generaciones, han logrado rehacerse, después de sacudirse las cenizas, ahora son capaces desde la memoria de idear nuevas formas de organización que sostengan la unión y permitan una mejor convivencia entre las comunidades de la Región del Volcán Parícutin.

Agradecimientos

Agradezco a todas las personas de las Comunidades del Parícuitn que de un modo u otro me han transmitido su sentir y su conocimiento, para crear un involucramiento y una fuerte identidad que va más allá del proceso geológico.

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Última actualización 3/septiembre/2020