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Referencias actualizadas

Contacto

Ligas de interés




San Juan Parangaricutiro, mayo 1944 (Foto Navarro)


Introducción

Las comunidades antes de la erupción

El impacto social de la erupción

Algunas notas y estadísticas actuales

Referencias




CORONA CHÁVEZ Pedro. 2018. Las Comunidades de la Región del volcán Parícutin: recuerdo, olvido y proyectos para la memoria.  Ciencia Nicolaita Vol. 74, p.

CASTILLEJA Aída 2016. Las memorias del volcán: Recuerdos y miradas recientes. En: Corona Chávez Pedro y López González Ana Lourdes (Coordinadores), Retorno al Parícutin, Ciencia, arte e historia para compartir. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morevallado Editores, Morelia, p. 25-39.

CORONA Chávez Pedro, 2013. El volcán Parícutin: maravilla natural y paradigma de protección y orfandad civil. Revista del Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología de Michoacán.Vol. 11 p. 28-33.

OIKION,S.V. 1992. La euforia volcánica. El impacto del Paricutín en la Sociedad michoacana, 1943-1944: (UNMSNH), Rev. trimestral-11H, No.6, p.5-19.

NOLAN,M.L. 1979. Impact of Paricutin on five communities. In: P.D. Sheets and D.K.Grayson (edit.), Volcanic Activity and Human Ecology. Academi Press, New York. p293-338.

 

Introducción

La erupción del volcán Parícutin significó una gran transformación para todo el medio ambiente natural de la región, incluyendo a los asentamientos humanos, los pueblos de origen purépecha. El preludio de ese impetuoso cambio atrajo el interés de la sociedad mexicaa y del mundo. Todos querían ser testigos de un proceso devastador. A pesar de la violencia del fenómeno y el drama que la población ya sufría, en los visitantes prevalecía una cierta fascinación y la búsqueda de un interés y oportunidad personal (o institucional) de estudio. Todos sabían que se avecinaban terribles consecuencias para las comunidades purépecha de la región, nadie realmente sabría lo que pasaría.

En la actualidad la región del volcán Parícutin continúa ofreciendo un medio ambiente cautivador, ya sea por su paisaje como por el estilo de vida de sus comunidades. Para un visitante común, el volcán, las cenizas y las ruinas de la iglesia de San Juan Parangaricutiro aparecen como aquellas pruebas evidentes y silenciosas, de que ahí ocurrió algo realmente importante.

Para documentarse, en principio habría que excluir el alud de información corta y muchas veces estéril que se presenta en las redes sociales, donde cada “aventurero” pone su huevo. Existen documentos académicos importantes (ver referencias completas al final), entre los cuales resaltan los trabajos antropológicos de Nolan (1972; 1979; Castilleja, 2016) y antropológico-ecológicos de Rees (1970; 1979), históricos (Oikión, 1992; García Naranjo 2015). Todos ellos han sido producto de investigaciones de carácter universitario. Sin embargo, para una mirada acuciosa del impacto social, en la literatura también resaltan numerosos testimonios directos o indirectos, escritos y publicados por gente de la misma comunidad. Son monografías biográficas y/o colectivas realizadas por diversos testigos purépecha (Gutiérrez, 1972; 1975; Cuara Amezcua, 1985; Mendoza Valentín 1986; Zavala Alfaro, 1990; González-Urbina, 1995; Chávez Cervantes 2000; 2010; Pulido Chávez et al., 2005; Ramos-Chávez, 2009).

En este documento se presenta una síntesis retrospectiva y actual de las comunidades de la Región del Volcán Parícutin, como parte del documento de Corona-Chávez 2018.

Se presenta una breve reflexión, acerca de la necesidad de realizar iniciativas que favorezcan recuperar la memoria de tan importante evento.

 

Las Comunidades antes de la erupción

La Meseta Purépecha: el contexto social

Era febrero de 1943, poco después de la batalla de Stalingrado en Europa, donde se estima que hubo más de cuatro millones de víctimas y que marcaría el inicio de la derrota del nazismo. En México, con el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho, se inició el camino que dejó atrás los gobiernos caudillistas de la revolución. Iniciaron propuestas en donde se dio por terminaba la educación socialista del gobierno cardenista y se creó el sindicato único de maestros (SNTE), declarando el inicio de una relación estrecha entre el binomio del Estado con los diversos gremios laborales, obreros y campesinos. En Michoacán, el gobierno del General Felix Ireta, a pesar de una reconocida voluntad de honestidad y justicia, también representaba un gobernador más a la sombra del Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo (CRMDT) y de la fuerte influencia y del control político de Lázaro Cárdenas en el estado de Michoacán y en la Meseta Purépecha.

Sin embargo, a pesar de la dinámica política estatal, las comunidades de la región donde nacería el Volcán Parícutin, se ubican en la sierra o Meseta Purépecha, paisaje de sierra con una altitud promedio de 2100 m s.n.m. Por su situación geográfica, las poblaciones de esta región en los años cuarenta vivían relativamente distantes de la política centralista. La vida de las comunidades veía pasar los años entre sus fiestas tradicionales y mantenía una estrecha relación con los cerros -volcánicos todos- que les circundan. Suelos fértiles sustentaban en armonía y relativa prosperidad la vida de las comunidades y de la biósfera, con estrategias ancestrales para el aprovechamiento de los bosques y de una agricultura desarrollada en los llanos o planes que rodean cada pueblo y cada límite con los bosques de pino y encino.

La década de los treinta e inicio de los cuarenta, en la Meseta Purépecha como en muchas partes del occidente de México, aún se sentía la tensión política de aquella insurrección del clero que llevó a una guerra sangrienta entre 1926 y 1929. Por los testimonios de muchos tatas y nanas de la Región del Volcán Parícutin, el sinarquismo había generado una división entre la gente de los diversos pueblos, debido a las posiciones muchas veces contrastantes entre la devoción y lo que consideraban justo. Después de deponer las armas en varias regiones, daba paso a la insurrección política, la creación y la actividad de la Unión Nacional Sinarquista apenas comenzaba.

 

Las comunidades antes de la erupción (20 de febrero de 1943)

Las comunidades de la región que serían afectadas por la erupción del Volcán Parícutin fueron cinco: San Salvador Combutsio ó Parícutin (733 hab), San Juan Parangarícutiro (1895 hab), Angahuan (1098 hab), Zacán (876 hab) y Zirosto (1314 hab).

 

Comunidades de la Región del Volcán Parícutin. Notar el área en rojo (área 233 km2) que indica la zona de mayor impacto. (Después de Rees, 1979 y Segerstrom, 1950)

 

San Salvador Combutsio Parícutin (733 habitantes)

San Salvador Combutsio era también conocido como Parícutin que en lengua purépecha significa después del “paso”, en cuanto significa una forma colinar que desde San Juan se atravesaba en el llano de Quitzocho y que permitía llegar al pueblo y al Llano de Cuiyusuru. El pueblo se localizaba a poco menos de dos kilómetros de distancia al norte del sitio donde Dionisio y Paula Pulido, observaron la primera “humareda” y como preludio del nacimiento del Volcán Parícutin. De acuerdo a los registros presentados por el Tata Felipe Chávez (Chávez Rangel 2000), los asentamientos del pueblo datan al menos del año de 1599. A pesar de ser el poblado más alejado de la principal vía de comunicación y que más del 80% de la población hablaba la lengua purépecha, era considerado un pueblo relativamente abierto y amigable con las personas externas (Nolan, 1972), incluyendo el reconocimiento y hospitalidad para el maestro rural, quien era visto como fuente de preparación y progreso. Sin embargo, en diversos escritos, resalta ya una relación relativamente problemática con la comunidad de San Juan, hecho que es citado constantemente antes, durante y desafortunadamente después de la erupción del volcán.

 

San Juan Parangaricutiro ó San Juan de las Colchas (1895 habitantes)

San Juan estaba ubicado a 4.5 kilómetros al norte del principal centro eruptivo. Era la comunidad más grande en población, cabecera municipal. El único teléfono de la región había sido instalado ahí un año antes de la erupción y contaba con un pequeño generador de electricidad que abastecía la parroquia y el municipio. Aunque no hay estudios, la parroquia, en la base de la columna del campanario se puede observar un bloque de piedra inscrito con el año de 1618, el cual podría ser más antiguo, en cuanto muestra un estilo que sugiere el reciclado de ese mismo material para construir el actual campanario. Aunque la agricultura era una actividad importante, el pueblo mantenía una amplia vocación comercial, por lo que el mestizaje era dominante, como lo era la lengua castellana en todo el pueblo. Sin embargo, se reconocía al menos el 32% de personas que hablaban la lengua purépecha (Guitérrez, 1972; Nolan, 1972), así como la devoción para el Señor o Cristo de Los Milagros, de todo el pueblo, como santo patrón y fuerte elemento identitario.

 

Angahuan (1098 habitantes)

Los asentamientos humanos de esta comunidad se encuentran aún a 6.7 km de distancia al noreste del centro eruptivo y se concentraban en la base de un antiguo volcán Tzintzongo y una geoforma con una estructura de paisaje en “mesa” (plateou), que se levantaba alrededor de 100 metros sobre el Llano de Quitzocho. A pesar de ser un pueblo que se ubicaba desde entonces en el borde del camino principal, como hoy a pesar de estar en el borde de la carretera federal, representa quizá el pueblo que mejor conserva las tradiciones y la lengua purépecha. En 1940 era el idioma que hablaba la entera población. La comunidad vivía prevalentemente del bosque y de la actividad agrícola. Se puede considerar un ejemplo de pueblo tradicionalista, en cuanto era determinante mantener todas las actividades sociales entre la misma comunidad. Por lo tanto, generalmente resultaban difíciles las relaciones con aquellas personas externas que llegaban a realizar alguna misión oficial, incluso existe registro de una relativa hostilización al maestro rural, figura social tan relevante para la instrucción escolar de los pueblos marginados.

 

Zirosto (1314 habitantes)

Se ubica a 8.7 kilómetros de distancia del sitio del volcán. De acuerdo a diversos estudios se consideraba la población que mostraba una mayor tendencia a la cultura mestiza. Aunque mantenían las actividades de silvicultura y agricultura como todas las comunidades, pero hay registro que desde el siglo XIX mantenían una tradición comercial del transporte por mulas, para el intercambio de materia prima como el carbón, que sostenía entre las comunidades asentadas sobre la carretera con aquellas más alejadas de las vías de comunicación y del bosque del Pico del Tancítaro. La lengua predominante era el castellano y solo el 20% hablaba purépecha, atribuida a la misma necesidad de contacto entre los transportistas y las comunidades marginadas de la sierra. De acuerdo a Nolan (1979), debido a una crisis económica, Zirosto no solo mostraba ya una tendencia cultural mestiza, también presentaba ya el mayor registro de migración de hombres y familias enteras, factor que influiría para una relativa desunión entre la misma comunidad ante la catástrofe del volcán.

 

Zacan (876 habitantes)

Es la comunidad más alejada del centro eruptivo a 9 km de distancia y al mismo tiempo la menos poblada en ese momento. Como en el caso de Angahuan, Zacán se encontraba ya a borde de la carretera que comunicaba con Los Reyes, pero al contrario de Angahuan ésta mostraba una actitud mucho más abierta al forastero, a la educación, así como una tendencia a migrar a la Ciudad de México o Estados Unidos para mejorar las condiciones económicas de sus familias. El efecto de la migración incidió incluso en la modificación de las tradiciones y costumbres para llevar a cabo las fiestas, incluyendo la mayordomía. De hecho, aunque al menos la mitad de la población hablaba la lengua purépecha, más de la mitad eran personas adultas mayores. En todo caso, la principal vocación del pueblo era principalmente agrícola y comerciante.

 




Datos comparativos de indicadores socio-económicos obtenidos de censos de población de 1940 y 1970 para las diversas comunidades de la Región del Volcán Parícutin.

 

El impacto social de la erupción

Dos años de erupción: se consuma el éxodo de las comunidades

La erupción del Volcán Parícutin inició el 20 de febrero de 1943 y culminó el 4 de marzo de 1952. La actividad inicial del volcán fue mucho más violenta en su primera etapa conocida como Quitzocho (febrero-octubre 1943), de manera que la influencia de los depósitos piroclásticos alcanzaba con frecuencia un radio de 25 kilómetros de distancia desde el centro eruptivo. En pocas semanas los llanos quedaron cubiertos por “arenas”, de manera que no podían aprovecharse para cultivo alguno. Los bosques fueron totalmente calcinados en las cercanías entre dos y tres kilómetros y en ocasiones un poco más distante, en relación con erupciones con una columna eruptiva mayor de cuatro kilómetros de altura y un sistema de viento activo.

Desde los primeros meses de la actividad del volcán, comenzó un proceso de migración selectiva. Cada familia y cada comunidad enfrentarían de manera diferente la situación, echando de sus propios recursos, amistades en otros poblados cercanos y naturalmente la resistencia a migrar por un arraigo de la comunidad. Ante un aumento gradual de la actividad volcánica, se llegó al punto de una forzada migración completa de tres pueblos: San Salvador Combutsio (junio, 1943), Zirosto (diciembre, 1943) y San Juan Parangaricutiro (mayo, 1944). El éxodo o migración nunca fue fácil ni tampoco tuvo una coordinación que siguiera algún protocolo de protección civil. Las iniciativas gubernamentales de reubicación se llevaron a cabo por un esfuerzo del Estado: decisiones advenedizas, ensayo, error y un carácter de desalojo más que de reubicación, en algunos casos a punta de pistola.

Para detalles de la historia paralela entre los periodos de la erupción del volcán (Foshag y Gonzalez-Reyna, 1956) y del impacto social, hasta su extinción en 1952, se sugiere ver el apartado de El Parícutin: breve historia (Corona-Chávez, 2002) y los trabajos históricos (Gutiérrez, 1972; Oikión, 1992), así como las anécdotas biográficas ya mencionadas al inicio.

 

Y después…las “Comunidades de la Región del Volcán Parícutin”

Después del segundo año de actividad del Volcán Parícutin, en febrero de 1945, las principales migraciones de las comunidades ya se habían consumado. El volcán había cubierto casi todas sus tierras. Se planteaba para todas las comunidades el inicio de una nueva era. Un inicio con un balance desastroso: dos pueblos completamente destruidos: Parícutin y San Juan Parangaricutiro, y un pueblo desintegrado y semi-abandonado: Zirosto. Gran parte de la población había sido reubicada en cuatro refugios: Caltzontzin, Miguel Silva, Nuevo San Juan y Nuevo Zirosto.

Caltzontzin antes Parícutin, recomenzaría su vida cotidiana en un asentamiento a 5 kilómetros de Uruapan, en una zona a borde de las vías del tren y a una altura de 1550 m s.n.m. El clima resultaba mucho más cálido, inhóspito para ellos. La reubicación, sin algún consenso del pueblo, muchas veces forzada por los militares, generó una impresión de despojo entre los habitantes de Parícutin. No todo el pueblo se transladó al nuevo refugio y más bien hubo un proceso de desintegración de familias y por lo tanto, la desarticulación de la estructura original de la comunidad. Algunas familias o parte de ellas buscarían una nueva vida en otros pueblos y ciudades.

El éxodo de San Juan ocurrió un año después y no obstante el estado de emergencia, el proceso de reubicación de la población de San Juan logró partir con un relativo consenso de la comunidad. El lento pero inminente arribo de las lavas y un convencimiento religioso, dieron el tiempo suficiente para decidir -o aceptar-, el sitio en donde ellos serían trasladados. Con un clima mucho más similar al que estaban acostumbrados, significaría desde el inicio tener una disponibilidad positiva para el proceso de refundación. El movimiento de la comunidad se llevó a cabo con unidad, estarían estimulados por un sentimiento de recuperación (resiliencia) que facilitaría incluso una reconstrucción relativamente rápida de su templo, para así recibir de nuevo las peregrinaciones en torno del Cristo de los Milagros. Las actividades económicas se retomarían también con más facilidad y la mayor parte de las familias participaría en cada decisión de cambio.

Otro caso totalmente diverso se refiere a la comunidad de Zirosto. La comunidad fue fragmentada en tres partes y por lo tanto se separarían sus raíces profundas. A fines de 1943 se les reubicó en Miguel Silva en el municipio de Ario de Rosales, para poco después sufrir un rechazo violento y trágico por parte de algunos pobladores originarios de Ario de Rosales. La expulsión causó un regreso a sus tierras “como estuvieran”. Desde una confusión e incertidumbre entre la población, así como en el gobierno, se decidió a principios de 1944 asentar a la población en un lugar cercano, pero más distante de la actividad del volcán: Barranca Seca, Municipio de Los Reyes (después nombrado como Nuevo Zirosto). Sin embargo, a mediados de 1944 diversas familias habrían decidido regresar a su antigua ubicación, Santa Ana Zirosto. Actualmente cada poblado parece tener una dinámica social y económica per se.

Por su parte, a pesar de la lluvia de “arenas”, los pueblos y habitantes de Angahuan y Zacán permanecerían en su sitio. El impacto del volcán solo habría acentuado algunas tendencias que ya presentaban antes de la erupción. Desde el inicio de la erupción, los visitantes y turistas llegaban a la región a través de Angahuan, por lo que buena parte de su población dependía económicamente del turismo; por lo tanto, como sucede hasta el momento buena parte de la población depende económicamente del turismo. Sin embargo, sigue manteniéndose como la comunidad más tradicionalista de la región del volcán. Zacán mantendría una tendencia de migración, generando un pueblo que se mantenía con aquella gente adulta con mayor arraigo, así como con gente originaria de Zacán que habría mantenido su origen como referencia habitando en otros lugares.

 

Después de la erupción... los conflictos

El último estertor del Volcán Parícutin ocurriría el 4 de marzo de 1952 (Gutiérrez, 1972), 9 años después de su nacimiento. En realidad, la actividad volcánica se redujo de manera drástica desde fines de 1944 y ya en los últimos años, las explosiones y volumen de material era exponencialmente menor (Fries, 1953). Para entender en detalle que ha sucedido en las comunidades desde que terminó la erupción, de particular interés son los estudios de Nolan (1979) y Rees (1979), en donde presentan una síntesis de las observaciones obtenidas de las comunidades durante la actividad del volcán en comparación con nuevos datos que colectarían a principio de los años setenta.

Desafortunadamente, el regreso de algunas familias a sus tierras originales no solo planteaba recuperarlas del material volcánico, bien sí, los caminos debían pasar por nuevas propiedades que exigían y veían con recelo el uso de paso y del agua. De este modo, la natural búsqueda de ampliar las zonas productivas para cada familia generó fuertes conflictos entre las diversas comunidades de Zacán con La Palma, Nuevo San Juan con Caltzontzin, Miguel Silva con las poblaciones locales. Muchos de estos conflictos generaron tal discordia que terminaron en algunos casos con la quema de casas y muerte entre comuneros. Los cauces legales y la intervención imparcial del Estado, llegarían siempre tarde. Sin embargo, para mediados de los años setenta parecería que se habrían resuelto la mayor parte de los problemas legales de tenencia de tierras, incluyendo los límites y el derecho de acceso a tierras que habían sido abandonadas durante la actividad del volcán (Chávez-Cervantes, 2010).

Además de los problemas de la tenencia y uso de la tierra, naturalmente se estarían dando otra gran cantidad de procesos de cambio sociológicos y antropológicos. Muchos de estos cambios estarían aún en proceso y otros ya se habrían consolidado para configurar una nueva identidad en cada pueblo de la Región del Volcán Parícutin. De acuerdo a un censo compilado en los años setenta (Nolan, 1979), al parecer todas las comunidades habrían retomado poco a poco las actividades primarias que tenían originalmente. Es decir, se dedicarían en gran parte a la agricultura, al aprovechamiento de los bosques y en menor proporción al comercio, dependiendo de las vías de comunicación de cada comunidad.

 

Algunas notas y estadísticas actuales de las comunidades de la Región del Parícutin

Es importante hacer notar que existen notables diferencias de desarrollo social entre las comunidades de la Región del Volcán Parícutin. Por un lado, la comunidad de San Juan es comparable con otros poblados purépecha relativamente prósperos como Quiroga y Cherán; mientras que el resto de las comunidades presentan menores o escasos servicios y aunque variables, pero serían comparables con Tzintzuntzan, comunidad que al parecer habría mantenido los niveles de marginación y desarrollo similares a aquellos que tenía en 1940.

En la figura, se muestran el número de habitantes y el número de profesionistas para cada comunidad, con los datos de los censos de población de 1940, 1970 y 2005 (modificado de Nolan, 1979), en el entendido que un profesionista se refiere a aquella persona que hubiera alcanzado algún título profesional, incluyendo la habilitación de maestro.




Datos comparativos de indicadores socio-económicos obtenidos de censos de población de 1940 y 1970 para las diversas comunidades de la Región del Volcán Parícutin.


Como se puede observar, se onbservan notables diferencias entre las comunidades. En particular, la figura resalta sin duda el crecimiento exponencial de la población de la comunidad de San Juan, opuesto a un evidente decremento de la población de Zacán y contrastante con una tendencia media de desarrollo del resto de las comunidades.

En la tabla se presentan datos de 2005 con el número de habitantes, distinguiendo además el género, edad y el porcentaje de la población que habría mantenido el idioma purépecha. Notar, que en la última columna se incluye en rojo el número de purépecha hablantes que tenía cada comunidad para 1943.

Con base en estos datos, se observa una clara tendencia al parecer irreversible del abandono de la lengua purépecha en todas las comunidades, como sucede en toda la Meseta Purépecha y en prácticamente todo el país. Así mismo resalta una alta población de tercera edad para los pueblos de Zacán y Dr. Miguel Silva.

Por otro lado, la tabla nos muestra datos relacionados con las condiciones de vida, educación y servicios con que cuenta cada comunidad. Estos indicadores sugieren los niveles de marginalidad de las comunidades de la Región del Volcán Parícutin para el 2005.

Se observa que desafortunadamente el número de analfabetas de la población de las comunidades de la Región del Volcán Parícutin, aunque pequeñas variaciones, se agrupa con la media estatal y con toda la región purépecha. Solo resaltaría el número mayor de analfabetas que presentaría Angahuan, con poco más de un quinto de su población.


Sin embargo, las comunidades de "volcán" presentarían las mismas condiciones de vida: electricidad, servicios domésticos y asistencia de salud, muy similares a muchas regiones marginadas de México. Es decir, que las condiciones de vida actuales, aparentemente no pueden ya ser explicadas como una consecuencia del impacto social de la erupción del Parícutin. Parecieran más una tendencia nacional de descuido y marginación en las regiones indígenas.

 

Referencias

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GARCIA Naranjo, Francisco, “Una sociedad en tránsito. San Salvador Combutzio Paricutin, hoy Caltzontzin, 1943-1990”, en Francisco Garcia Naranjo (coord.), De San Salvador Combutzio Paricutin a Caltzontzin Historia local, memoria y cultura, Universidad Michoacana de San Nicolas de Hidalgo, Morevallado Editores, Morelia, 2015, p. 95.

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GUTIÉRREZ, C. 1972. A Narrative of Human Response to Natural Disaster: The Eruption of Paricutin. In:Mary Lee Nolan (edit.), San Juan Nuevo Parangaricutiro: Memories of Past Years. Environmental Quality Note No. 7. College Station, Texas A&M University.78p.

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Última actualización 3/septiembre/2020


 
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